Queridos odistas,
Inauguro el 2025 con un tema que hace tiempo me inquieta, ¿van a desaparecer los menús en papel? Por lo menos aquí en Chile, no sé dónde vives, son escasos los físicos. Ahora tenemos que sacar una foto al código QR para que se despliegue la carta con los platos en la pantalla del teléfono. Tengo varios problemas con esto. Primero soy de papel, casi no leo libros en formato electrónico, además que intento -nunca con éxito pero sí con mucho esfuerzo- estar lo más lejos posible de mi teléfono en el restaurante. Considero que se pierde algo peculiar, algo único del lugar donde estoy.
¿Se lo debemos a la pandemia que nos condenó al mundo digital? Estuve hace poco en Barcelona y Florencia, les prometo, fueron muy, muy pocos los lugares donde tuve que recurrir a mi teléfono. Puedo entender los argumentos en pro de este nuevo sistema: los establecimientos ahorran dinero al no tener que imprimir cada vez que cambian algo de la carta, pueden modificar los precios con mayor facilidad, aparecen las calorías, no hay que estar limpiándolos, ni ocupan espacio para guardarlos. Todo es más rápido, como debe ser los tiempos actuales. Al parecer poco importa que los de la llamada “cuarta edad” les cueste ver lo que ofrecen, alguien estará ahí para ayudarlos.
A veces, para ahorrarme problemas, le pregunto directamente al mozo los especiales del día, o bien, yo, que en realidad soy bastante conservadora en mis pedidos le digo: quiero el pescado del día con arroz blanco y una ensalada. O un sándwich vegetariano, o le pido a algunos de mis hijos que me muestre su pantalla del teléfono y por último, ocupo el mío. Seguramente, con el paso de los años, me rendiré, como lo he hecho con tantas cosas que no me gustan, por ejemplo, los mensajes de audio que aún me niego a escucharlos y los transcribo de manera automática con una aplicación. Es enredarme la vida, ya lo sé, pero al parecer me gusta hacerlo. ¿Tendré que doblegarme? Una amiga me dijo que prefiere el digital porque es más limpio.
Yo no. Prefiero tocar, palpar, sentir, oler, desplazar mi dedo índice por la página, ordenar mis deseos en realidad y no en realidad virtual.Pensar que el menú nació en Francia del siglo XVII, tras la Revolución Francesa cuando comenzó el auge de los restaurantes. Estaban escritos a manos, con una caligrafía muy cuidada. Unos cien años más tarde, en pleno siglo XX, las cadenas de comida rápida tendieron a simplificar todo, hacerlo más legible con una tipografíamás moderna. ¿Es mucho pedir?
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Mis recomendaciones:
Unos cuentos: Acerca del robo de historias y otros relatos de Gueorgui Gospodínov, (editorial Impedimenta), me fascinaron. Si eres fanático de los cuentos, tienes que leerlos, tienen humor y mucha originalidad. Este búlgaro nos habla de animales, de viajeros embarcados en trenes nocturnos, de una pareja que se conoce en el aeropuerto. También de una mosca en un urinario, son relatos breves y escritos con la genialidad de este autor que nos sorprendió con Las tempestálidas.
Una película: María de Pablo Larraín. Hace mucho, mucho tiempo, quizás antes de la pandemia que no iba al cine. Con mi marido fuimos a la función de las siete de la tarde. Angelina Jolie encarna a la Callas y se estrenó en el 81º Festival Internacional de Cine de Venecia, donde compitió por el León de Oro. Narra los últimos días de la cantante de origen griego, nos muestra su decadencia, adicción a los barbitúricos, su odisea de vivir sin la gloriosa voz que la hizo convertirse en una de las mejores sopranos del siglo XX. Es muy interesante cómo se retrata la vida de ella junto a su mayordomo y su ama de casa. Además claro, de su relación con Aristóteles Onassis. Aquí te dejo el tráiler.
Mis momentos:
Fui feliz: Cantando karaoke para el asado de año nuevo.
Algo que aprendí: En 1665 Robert Hooke, un científico inglés, tras investigar las propiedades del corcho y ver su composición de pequeñas formaciones porosas decidió llamarlas “células”.
Estoy agradecida: De que he tenido la fortaleza de hacerme los controles de rutina en enero. Es decir, doctores y exámenes. Y de mi hija Sara que me dio la idea de esta Oda.
Haz que esta Oda llegue a más personas:
Estoy muy emocionada, ya salió al aire la entrevista que me hizo Adriana Pacheco en el podcast Hablemos escritoras.
Y también puedes escuchar la entrevista en profundidad a Cynthia Rimsky que acaba de ganar el Premio Herralde de novela.
Lee. Escribe. Crea con menú en papel.
Karen
Los detesto. Luego se quedan cientos de QR de menús en rl teléfono y cuando regresas al mismo restaurante no eres capaz de encontrarlo pq la mayoría de los negocios no le dan al enlace un nombre reconocible...y vuelta a empezar.
A mí me gusta más el papel para los menús, pero no me molesta demasiado el código QR. Yo le he encontrado una ventaja. Al quedarse guardados en el teléfono me permite mirarlos, de vez en cuando, para sacar ideas para mis comidas o cenas cuando no sé qué cocinar o siento que me repito demasiado.