Oda al WhatsApp #140
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Queridos amigos,
Me recuperé del resfrío y estoy muy contenta porque ya está en librerías Todos nuestros fuegos, mi nueva novela. Ojalá la leas y me cuentes lo que te parece. Reconozco que me pone nerviosa este período, donde me leerán y recibiré comentarios. Pero supongo que es parte del proceso, y para eso la escribí, para ustedes.
El tema de hoy surge a partir de una nota periodística que vi en el diario La Tercera. ¿Pueden creer que son quince años desde que nació WhatsApp? Un 24 de febrero del 2009. ¿Alguien se acuerda como era el mundo previo? A mí me cuesta porque me he vuelto híper dependiente de esta tecnología. La reviso más que mi correo electrónico, y si bien es muy útil, a momentos es invasivo. Puedo llegar a estar cinco horas mirándolo, está claro: soy usuaria intensiva. Imagínate que tiene más de dos mil millones de usuarios en 180 países, siendo India la con mayores adeptos, y después Brasil.
Yo no recuerdo como era el mundo antiguo, ese sin teléfono, sin internet y sin WhatsApp. No solo es una herramienta de comunicación, también una agenda, un recordatorio, un canal de difusión, un teléfono. Ignoro si va a sobrevivir eternamente, pero por el momento creo que voy a llegar a los sesenta escribiendo ahí. Ya casi no hablo por teléfono, me gusta esto de escribir aunque muchos prefieren enviar audios. Yo no. Creo que nunca he mandado uno y ahora tengo una aplicación que me transcribe el audio a texto, así no los tengo que escuchar. Te debes estar preguntando por qué mi fobia y es muy sencillo: me siento invadida, no le he dado permiso a nadie para hablarme directo a mi oreja. Es raro porque poco se diferencia de un llamado, pero algo hay en los audios que me ponen nerviosa. Debe ser porque me sale fácil escribir y me cuesta imaginar a los que tienen problema con ello.
Hay una excepción en los mensajes de audio y son los que tienen un fin pedagógico. Durante febrero y marzo estoy en un curso sobre el libro La Odisea de Homero con José Carlos Rodrigo Breto. Al igual que el año pasado con Don Quijote de la Mancha de Miguel de Cervantes, las clases son dictadas a través de esta tecnología y cada día recibimos varios audios. Los escucho con gusto. No he disfrutado tanto la Odisea como con el Quijote, pero mi veredicto lo daré cuando finalice el curso. Es bien intenso, si quieres sacarle provecho hay que leer y concentrarse. Muchos de los que participan son bien doctos en literatura antigua.
Eso sí, el WhatsApp me ha confrontado con el horror de ver que muchos escriben mal, con faltas de ortografía o mala redacción, pero cada vez se nota menos porque el auto corrector funciona bien. Me pregunto si los que lo escriben estarán conscientes de ello. Mis hijos me cuentan que soy una de las pocas personas que respeta las reglas gramaticales.
Me encanta tener un grupo familiar y de amigas, es muy útil. Antiguamente las comunicaciones grupales solo eran factibles por correo electrónico y creo que por mensaje de texto. Pero hoy nos ha ayudado enormemente a estar con los que viven cerca y lejos. Claro, pero es invasivo, te provoca adicción, a pesar de todo esto, prefiero mi vida con WhatsApp que sin. ¿Tú?.
Estoy muy contenta, en menos de una semana se llenó el taller de lectura de “Novelas imprescindibles”.
Te invito a escuchar el Cuestionario Espiral con la escritora peruana Katya Adaui.
Mis recomendaciones
Una serie: Otra vez me desvelé y me rendí, fui a ver televisión a la salita y me salió One Day o Un día en Netflix. Eran las tres de la mañana, así que era perfecto para esta serie sencilla. Se trata de la relación entre dos ingleses muy distintos, Emma y Dexter. Me acabo de enterar que es una adaptación da novela Siempre el mismo día (2009) de David Nicholls. La gracia es que transcurre durante varios años, siempre el mismo día, el 15 de julio de 1988, fecha que se conocieron en la fiesta de graduación. Recorre la relación de ambos durante veinte años, lo que también se conecta con el tema de hoy, porque al momento de verse por primera vez no existían ni siquiera los teléfonos celulares.
Una novela: Madres e hijos de Theodor Kallifatides de la editorial Galaxia Gutenberg. Es un lindo retrato de la relación entre el escritor y su madre. Este autor griego se fue a vivir muy joven a Suecia y su narrativa está marcada por este exilio que él buscó. Su mirada es de nostalgia y de un profundo amor a quien lo crió, escrito en primera persona con reflexiones que te dejaran pensando. Es un gran escritor y ya había recomendado hace un tiempo su libro Otra vida por vivir.
Mis momentos
Estoy agradecida: De que existen los remedios cuando nos sentimos mal.
Algo que aprendí: La hoja de nenúfar más grande del mundo tiene 3,20 metros de diámetro y la encontramos en Bolivia.
Fui feliz: Preparando sándwiches a mi familia el sábado en la noche.
Lee. Escribe. Crea con WhatsApp.
Karen.
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