Oda a las pantuflas #125
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"Toda pantufla debe
ir acompañada
por su compañera,
según dictan las leyes compensatorias"
Delirio
Laura Restrepo
Queridos amigos,
Los quiero regalonear, agradecerles sus lecturas y sus comentarios. Participa en el concurso de Homo Irrealis, un libro de ensayos escrito por André Aciman a quien entrevisté para Espiral. Puedes escucharlo aquí o leer la transcripción en español.
Para participar tienes que recomendar Oda a alguien y avisarme a mi correo karen@karencodner.com El sorteo termina el viernes 24 de noviembre y en la Oda del 26, daré a conocer al afortunado o afortunada. Da lo mismo donde vivas, te llegará a tu casa.
¡Participa y hagamos crecer a Oda!
Oda a las pantuflas
Una delicia en la Tierra y en mi hogar, porque las pantuflas hacen que mi vida sea más suave, calentita y dulce. Cuando llego a mi casa, y como si estuviera literalmente abandonando el mundo exterior, me las calzo. Comencé con esta preciosa costumbre en los años de la pandemia y hoy la sigo practicando. No me gusta andar a pies pelados, ellas son una caricia y me reconfortan. Tanto es así, que el grupo de WhatsApp de mi familia se llama “Pantuflas”, en honor a ese período de encierro cuando cada uno adquirió las primeras.
Hay de diferentes tipos. Las mías son toscas pero no menos deliciosas, parecen una especie de oso, con mucho chiporro. Mi talón vuela, nada me aprieta, son livianas y seguras a la vez. Me imagino a Pantuflas, uno de los enanos de Blancanieves caminando por el palacio ¿Habrá tenido calor en verano? Porque las que tengo son muy gruesas, y entonces me calzo las hawaianas que son de una suela delgada, y muy dura.
Eso sí, jamás las ocuparía para salir a la calle. Señores, respetemos los límites, dentro y fuera, abierto y cerrado, privado y público, y claro, zapatos y pantuflas ¿Dónde se ha visto? Esa moda infernal que tanto éxito le trajo a la modelo y esposa de Justin Bieber, Hailey Bieber. Yo no quiero ser cool como ella. Tampoco encuentro cómodas las Birkenstock, y las Crocs son definitivamente espantosas, además que mis pies transpiran como sauna finlandés. Salto de mi cama, me las calzo, voy a la cocina y no siento el frío del piso. Si tocan el timbre, pienso dos veces antes de salir con ellas al portón.
Cuando invito a mi casa, me imagino a mis invitados calzándolas, rompiendo el código de la elegancia, cada uno pensando en lo loca que estoy al obligarlos a dejar sus tacos y mocasines en la entrada de mi hogar. No, todavía no llego a ese extremo, pero en muchas otras latitudes lo hacen.
Los franceses las llaman pantouf y los gringos les dicen slippers. Los japoneses usan las surippa. Quizás me estoy inspirando en los daneses para esta Oda, porque ellos cultivan el hygge que se trata de andar cómodo. Eso quiero, casita linda, pasitos de liviandad, saltar en las nubes mientras deambulo por allí. Nada de barro ni de malas vibras dentro de mi santa morada. Cuando estuve en Marruecos me dieron una babucha, unos zapatos de cuero ligero que tienen muchos diseños, que algunos aquí en occidente usan como otro tipo de calzado. Yo no. Solo que hay tardes en que olvido sacármelas y la suela va amoldándose al piso de madera y cuando me acuerdo de mis slippers, ya estoy acostada. Ellas deben sentirse tristes porque las ignoré en la repisa de mi baño.
Mis recomendaciones
Una novela: Kitchen de Banana Yoshimoto. Este libro cuenta la historia de unos jóvenes que vencen su soledad, y de una madre postiza que los une. Una buena lectura japonesa.
Una película: Nyad del director Jimmy Chin, está en Netflix, y cuenta con las grandes actuaciones de Annette Bening y Jodie Foster. Me encantó, es la historia de una nadadora olímpica, Diana Nyad de sesenta y cuatro años que desea cumplir el sueño de ser la primera en nadar desde Cuba a Florida.
Mis momentos
Lo que aprendí: Knut fue un oso polar que tras ser abandonado por su madre, vivió treinta años en el zoológico de Berlín. Thomas Dörflein lo cuidó como a un hijo. Además de ser muy popular causó revuelo cuando un activista radical de los derechos de los animales declaró que debió ser sacrificado y no criado en un zoológico. Así nace también la "Knutmanía" que llevó a una serie de productos de marketing vinculados a Knut. Todo esto lo aprendí al preparar el taller de lectura de Memorias de una osa polar de Yoko Tawada.
Fui feliz: Bailando en un matrimonio.
Estoy agradecida: Que mi hija, quien está estudiando en Washington, haya podido visitarnos esta semana.
Lee. Escribe. Crea con pantuflas.
Karen.
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