Sin pausa #94
Sin pausa #94
Este boletín es para los curiosos que desean una vida plena y pausada.
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Queridos amigos,
Me gusta lo que está sucediendo con nosotros y digo nosotros porque de verdad este boletín sería imposible sin ustedes, los suscriptores. Cada domingo y lunes recibo correos electrónicos con sus comentarios. Eso es importantísimo para alguien que está escribiendo sin más objetivo que deleitar a muchos, aportar a unos cuantos, contribuir a una pausa plena en el ajetreo diario.
En ese sentido yo misma me he traicionado porque la semana que terminó fue sin pausa. Sin respiro. Ojalá pudiera contarles otra historia, pero literalmente comencé cada día a las 6.30 de la mañana y me acosté a las once de la noche, sin un recreo. ¿Haciendo qué? Aquí te dejo la lista de algunas “actividades”:
Dos talleres de lectura
Edición final de mi novela Ceniza
Preparación de la fiesta de Pesaj
Últimos entrenamientos previos a la maratón de Londres (lo que me tiene muy cansada)
Para muchos suena a poco pero cuando trabajas en literatura y sobre todo, en preparación de clases, creación de textos y edición, el manejo del tiempo funciona de una manera muy distinta al común de los mortales. Por ejemplo, para preparar el taller de lectura de los premios Nobel –la primera sesión fue el miércoles, con varios talleristas nuevos- además de leer la novela, debo investigar los aspectos formales y más profundos del escrito. Luego, viene la selección, es decir, ¿cuál será el punto de vista? De ahí, con todo ese material a mano, preparo la clase y la presentación. Si bien venía hace semanas trabajando en ello, obviamente, hay detalles de último minuto que me exigen absoluta concentración.
Les doy otro ejemplo, ahora sobre la edición de la novela. Uno de mis hijos me preguntó en que número de edición iba y no supe qué responderle. Así de sencillo. Ya no llevo la cuenta. Dos escritoras, Magdalena Salazar Y Marcela Adaros la leyeron en febrero. Con sus comentarios listos, imprimí Ceniza y fui revisándola de manera obsesiva, pues esa es la única manera que asegura, en algo, que el escrito esté mejor. Cuánto quisiera decirles que estaba perfecta, pero muchas veces los tiempos verbales jugaron en contra y además, incorporé elementos más poéticos en la narrativa. Fui leyendo de cincuenta páginas y luego, editaba el archivo. Debía tener todo listo a más tardar el viernes cuando cerraba un concurso y yo había calculado que estaba bien, pero no. Porque no tomé en consideración, por ejemplo, una reunión del jueves que casi me tomó toda la mañana. O que el papel D4 -ese es el tamaño que exigían en las bases- solo lo trabajan algunos centros de impresión y donde yo tenía coordinado hacerlo se les averió la máquina a ultimo minuto.
Sobre otro de los temas de esta semana, llega nuevamente Pesaj, la fiesta judia en que durante ocho días no comemos alimentos leudados. Es un mundo paralelo y la preparación de la casa consume tiempo, energía y requiere de un grado de organización mayor. No les daré tantos detalles, pero tuve que dedicarle varias horas a cocinar con anticipación.
Lo que sí es un logro personal es que me abstuve de ciertas cosas. Me había inscrito en un curso con Carolina Cross, una ceramista que hace piezas hermosas. Cuando el pasado lunes estuve tres horas en la clase, supe que debía elegir: la cerámica o mi novela. Se me ocurrió llamar a una buena amiga y le di mi cupo. Lo mismo tuve que hacer con una reunión con un grupo de escritoras: desistí de ir ¿Te ha sucedido?
Mis recomendaciones :
Una película: Alcarràs de Carla Simon, la puedes ver en Mubi. Una película española que se estrenó el año pasado, que fue ganadora del Oso de Oro de la Berlinale y se convirtió en la primera en catalán en recibir este galardón.
Mis momentos
Me sentí feliz: Cuando encontré las llaves del auto después de un día completo de búsqueda.
Aprendí: Que soy capaz de decir “no”.
Estoy agradecida: De que tantos confíen en mí para sumarse a mis talleres..
Lee. Escribe. Crea, pero con más calma que yo esta última semana de marzo.
Karen.
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